jueves, 8 de enero de 2009

Error histórico y social de las Fiestas de Quito

EL BARRIO YA ES DE TODOS
Silvia Chiriboga B.

Siento dolor de ver a nuestra ciudad convertida en una ciudad hostil en el mes de diciembre, sobre todo en las fiestas de Quito, en las que el frenético ir y venir de la ciudadanos por las calles cercanas a la plaza de toros, lugar donde se inicia la fiesta brava, convierten al espacio público, en el lugar en el que se inicia la esquizofrenia festiva, usado en esos días, para ver y ser vistos ataviados de sombreros y embriagados por una falsa euforia importada.

La Jipijapa, barrio al que pertenece la Plaza de Toros Quito, pareciera someterse en esos días al slogan "el barrio ya es de todos" . Los ciudadanos, jóvenes la mayoría, se apoderan de las veredas, calles y parques para iniciar el rito de todos los años, embriagarse hasta convertirse en conquistadores de territorios, en este caso el barrio Jipijapa.

Los vecinos del sector sufren año tras año en estas fiestas, lamentablemente se acomodan, no se atreven a denunciar semejante invasión, se refugian en sus casas atemorizados, violentados, pero más escandalizados por lo que deben observar y sobre todo impotentes frente a un centenar de jóvenes que conquistan su barrio, agreden sus paredes, sus jardines, sus puertas, usadas como estación o puntos de encuentro, sitio en el que además se deshacen de los desechos de lo que consumen: botellas, cartones de vino, residuos de comida, o todavía peor sus orines. No ha existido hasta ahora ninguna previsión del Ilustre Municipio de Quito para instalar baterías sanitarias y botes de basura.

“El barrio ya es de todos”, para consuelo de los vecinos de la Jipijapa dura pocos días, mientras dura la fiesta brava. Interminables se hacen las horas, el descanso es cosa pérdida, desde sus ventanas los habitantes de la Jipijapa, ven deambular a los jóvenes en estado etílico, realizando desmanes y anunciando a gritos su euforia así: “que chupe Quito” mientras otros contestan “hasta dónde” para responder eufóricos a unísona voz “hasta las huevas”. Desde las once de la mañana hasta altas horas de la noche, la algarabía asusta hasta las mascotas, a pesar del esfuerzo de los uniformados y caballería de la policía nacional y municipal.

Para esta estridente fiesta, los negocios del sector se preparan de antemano con todo, música, comida y sobre todo licor, para que los quiteños y no quiteños “chupen hasta las huevas” No es raro que después de desmanes en el sector, muchos negocios amanecen en sus puertas con rótulos de clausurados.

Los desafueros en los alrededores de la plaza de toros, todos los años, desdice de la propuesta de hacer de las fiestas de Quito, un evento cultural de altura para los ecuatorianos. Si bien se desarrollan cientos de eventos en barrios y plazas públicas que permiten el encuentro con la identidad nacional, el otro lado de la medalla y el eje central de las fiestas de Quito, es la “fiesta brava”, esa que no se desarrolla dentro de la plaza, sino en los alrededores de ella, en el barrio la Jipijapa, invadido cada año por esos ciudadanos ataviados con sobreros y por algunos personajes que aparecen para ser vistos “disfrazados con indumentarias raras” , como seguro asistente de la fiesta taurina..


Ningún barrio de Quito sufre de extremo ruido, basura y borrachera en sus calles y parques los días de toros, como la Jipijapa, testigos y víctimas hasta ahora silenciosos son sus habitantes.

La Responsabilidad Social Empresarial está ausente en la Empresa Taurina, la Plaza de Toros Quito, utiliza al sector, lo convierten en cómplice silencioso de su fiesta, desarrollan con un año de anticipación su programa taurino, pero dentro de él, hasta ahora, no se ha contemplado el tema de la responsabilidad social que debe asumir con las principales víctimas de la fiesta taurina, sus vecinos del barrio.

Vale recalcar que la algarabía de las fiestas, año tras año, ha dejado en olvido la denuncia que hiciera un distinguidísimo historiador ecuatoriano el Dr.Ricardo Descalzi. Miembro de la Academia de la Historia, que deberían conocer todos los quiteños antes de salir al desenfreno de la conmemoración del gran error histórico de Quito. Ciudad fundada oficialmente el 28 de agosto de 1534 por Diego de Almagro y no el 6 de diciembre como lo celebramos hasta hoy, así como tampoco su fundador fuera el bárbaro Sebastián de Benalcázar, a quién Monseñor González Suárez llamo cruel e indigno de llamarse castellano, por asesinar y dar tormento a cuatro mil indios a su llegada a Quito en busca de sus tesoros. Como dice Amelia Ribadeneira, en uno de sus artículos “estas fiestas conmemoran asalto y muerte a caballo y con armadura” y los quiteños inician la fiesta de conmemoración de la barbarie con faena taurina, sangre y chupe hasta cuando los vecinos de la Jipijapa sigan silenciosamente aguantando.